Primera escalada en roca del año

El destino elegido para esta salida fueron las sierras de Balcarce

Elegimos este destino para la primer salida grupal del año organizada desde la Capitanía. Se trata de una salida de escalada deportiva en monolargos de nivel inicial e intermedio, que busca, por un lado cerrar la etapa de entrenamientos del primer trimestre del año escalando en roca de primero y de top vias de una dificultad de 5to. y 6to. grado y por otro, el siempre presente objetivo de afianzar vínculos y fomentar la camaradería.

Compartimos la crónica de Mariano Algorta, uno de los protagonistas. Que la disfruten!

Capitanía de Andinismo

 

Juan, ¿cuándo es la primer salida del año a la roca?

Después de un largo verano y con nuevo capitán, esa era la pregunta que queríamos saber todos los que escalamos en nuestro querido club.

Ya estamos planificando el año así que pronto sale la fecha.

Finalmente, llegó el anuncio, el 11 y 12 de marzo a la sierra la Vigilancia, Balcarce. Las paredes naturales más cercanas a la ciudad de Buenos Aires, en un región donde se pueden hacer cientos de kilómetros sin subir una loma.

Juan armó el grupo de Whatsapp para organizar la salida. Y ahí nos fuimos uniendo los ocho que saldríamos.
¿Quién puede poner auto? Yo, pero prefiero salir el viernes al mediodía. Yo, salgo a las 18.30 ¿Quién se suma?. ¿Llevamos provisiones o compramos allá?. Les paso la ubicación de un ramos generales sobre la 226 a 3km de la Vigi, se puede comprar desde carne hasta un número de quiniela. Llevamos de acá.¿Quién tiene cuerda y equipo? Yo llevo la mía. A mi me falta un casco. Te presto uno.

El grupo quedó conformado por los siguientes escaladores:

Juan Borda Rojas
Santiago Guardo
Santiago Cornejo Saravia
Santiago Tassara
Cecilia Carossino
Ivan Caderosso
Fernanda Carricart
Mariano Algorta

Llegado el viernes y tras reorganización de autos y traslados de equipaje, llegamos en dos tandas al refugio de La Vigilancia. Fue una noche complicada por el calor y los mosquitos.
Al amanecer del sábado, el equipo entero se estaba despertando para compartir unos mates, armar las mochilas con el equipo, víveres y agua para partir al sector de escalada impronunciable “Chialvolandia”, en honor a uno de sus aperturistas (quien abrió esas vías).
Ni bien salimos, sabíamos que el calor nos iba a acompañar todo el día. Subimos la sierra y apuntamos hacia un rappel aéreo para llegar al sector mencionado.
Una vez en el pie de vía, comenzamos y se escucharon las típicas voces de escalada:

- ¿Quién me da seguro?, quiero hacer ésta vía de primero.
- Yo te doy, después la pruebo de top.
- ¡Voy!
- ¡Venga!
- Usa tu mano derecha para la toma más arriba, subí el pie izquierdo.
- ¡Tensión!
- ¡Tenes tensión!
- Asegurado
- Libre
- Bajame

Después de escalar toda la mañana, pasando el mediodía, el hambre se adueñó de nuestro capitán que, cual gaucho, sacó un facón y cortó un salame en rodajas tan finas que se podría ver pasar la luz de la luna. Además, agregó queso, se produjo la multiplicación de los panes, apareció un salame, tomate, fiambres y frutos secos que fueron aportando cada uno para compartir un almuerzo de montaña.

Corridos por el sol emprendimos la vuelta pero deseosos de seguir escalando apuntamos al sector de “La olita”. En el camino encontramos una vertiente de agua fresca, de escaso caudal, tendríamos que haber esperado una hora para llenar una botella de un litro, pero suficiente para refrescar la cabeza y nuca de los escaladores.

Cuando llegamos al nuevo sector, nos dimos cuenta que no tenía mucha sombra. La laguna contigua a la vigilancia nos llamaba desde abajo, como si fuera una ilusión óptica en el medio del desierto. Sin embargo, aprovechamos para escalar la única vía que tenía sombra y su roca nos compartió su frescura.

Cuando ya no aguantamos el calor, bajamos al refugio, algunos fueron directo a la pileta otros por una ducha de agua fría. Una vez todos juntos, Iván nos dio una agradecida clase de yoga. Coronamos el día con un rico asado, bajo la mirada atenta de un molino, mientras pasaban bandadas de cuervos de agua. Por suerte refresco a la noche y algunos se pusieron un buzo después de semanas de canícula porteña.

El domingo también nos levantamos temprano. Gracias a un espiral, no sufrimos los mosquitos y, además, logramos que circulara mejor el aire fresco nocturno por el domo. Alivio. El cansancio del día anterior hizo lo suyo. Nos habíamos dormido antes de las 11 y ya despertados, mates y bizcochos, armar sándwiches con la carne de la noche anterior y después a escalar al bosque. Este sector brindaría sombra todo el día.

Pensábamos que se podía ir por abajo de la sierra y luego subir. Error. Un letrero rezaba:“No pasar. Monitoreo permanente”. Fuimos por arriba y después de unas vueltas y una bajada con troncos y rocas, llegamos al famoso bosque.
Escalamos alrededor de 6 vías diferentes, algunas más difíciles que otras. Los principiantes pudimos probar ir de primero, es decir, asegurándose con las chapas intermedias de la vía hasta llegar al final. Fernanda se despachó con una vía compleja, con techo incluído.
Finalmente, después de almorzar y escalar un par de vías más, emprendimos la vuelta con el calor de la tarde. Nos preparamos para el regreso con la alegría de haber pasado un gran fin de semana de escalada.

 

BONUS TRACK

En algunas de las charlas, los más experimentados contaron de una vez que Kevin Thaw, nuestro instructor, estaba escalando, le picó una avispa en la mano con la que se sostenía y casi sin inmutarse dijo “Picó vispa” en su español manchesteriano. Situación en la cual, cualquiera de nosotros se hubiese soltado. De ahí nació una canción con el ritmo de “It´s a heartache” de Bonny Tyler que dice “Pico vispa, a Kevin picó vispa”

 

Dejo unos versos inspirados en esta salida:

En la sierra La Vigilancia
Ocho valientes cubanos
Se enfrentaron al calor,
a la roca y a los tábanos
No hubo quejas, ni aflojadas
En cada pared escalada
Encordados o en hileras
O apreciando lindas vistas
Unidos en un solo canto;
"A Kevin picó vispa..."

 

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